El suicidio que nunca cometí

Nunca conocí a Dios, ni siquiera en el último instante de mi vida. 
Nunca llegó para aliviar mi alma y corazón, me aferré a él con rezos, símbolos e historias, pero nunca llegó. 

Hoy moriré y la vida de muchos cambiará, espero. Hubiese deseado que me conocieran no por lo que hago sino por lo que siento. Suplique amor tantas veces que ya me arrastro por el y de muchas cosas he de arrepentirme.

Quería sentirlo constantemente como el sol en la piel, esa era mi terapia para evitar hundirme en la profunda depresión. Así empieza mi primera disculpa que es para ti, disculpa por rogarte amor.

Quería que el mundo me comprendiese así que correspondí a todo cuanto les hacia felices. 
Solamente quería vivir tranquilo, pero nací con esta enfermedad que susurra mis debilidades, que me acorrala en la oscuridad de mis miedos y que me hace dudar si el cariño que recibo es verdadero. Disculpame pues quise recibir demasiada atención, sólo me sentía mal.

Sentía que constantemente hacia todo mal. Hoy de nuevo hice algo mal, fallé como pareja, fallé como estudiante y fallé como hijo ¿Cuantas personas llorarán mi nombre y cuantos dirán que ya se lo veían venir?

¿En qué época me recordarán y como lo harán? No quiero ser simplemente "el que lastimó sus venas", "el que tomó pastillas", "el que enroscó una soga". Disculpen por lastimarme en mi último día. 

Hoy acabo con mi vida sin poder decir con la boca lo que siempre quise, únicamente puedo con hacerlo con letras. Quise una familia unida, una madre constante y un padre presencial. Quise que nadie nos juzgará, que mis hermanos se amarán.

A ti quise decirte tantas veces lo ofuscado que me sentía sin razón, cada mañana sumido en la melancolía de una sombria tristeza. 
Quise hablarte de lo que tanto consumía mi alma. Tantas veces en tus palabras sentí que no te importaba, quería creer que no era eso. Quería creer que simplemente era tu manera de vivir y ser.

Hoy sé que te importaba y lamento dudarlo.

Hoy mi vida termina como la viví: con miedo e impotencia. De nuevo debo disculparme por mi decisión, simplemente no puedo más, y si, seré un cobarde otra vez.

- Que mi sepulcro esté junto al ruidoso mar.


     Hace un año escribí está carta ofuscado por mis miedos y la tristeza, la oculte de la vista del mundo enterrandola en lo más profundo de mi corazón. 

   Hoy quise publicarla no porque vaya a terminar lo que empecé, sino porque aquel día murió la persona que esbozó estas palabras. 

   Aquel día murió mucho de mi y todo éste tiempo más partes han dado su último aire. Tomé decisiones por impulso y destruí lo que más me hacía feliz junto con otras tantas cosas. 
   
   Hoy estoy viviendo mi tristeza, esperando y esperando. Sigo adelante porque veo el rostro de la mujer que me dio la vida, mi vida. No es precisamente buena pues ésta enfermedad me destruye tanto en tan poco tiempo, me hace ser quien no quiero, me hace sufrir, y sin embargo, sigo.

    Mi mayor pecado fue desear que alguien entendiera lo que es vivir así. 

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